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Ficción

Una historia de verano

escrito por María Yuste 29/08/2018

Me paso el día escuchando la radio en el walkman. Siempre estoy esperando a que pongan la misma canción. Es sobre irte muy lejos volando. En casa, antes de venir aquí, conseguí grabar la mitad en un casete pero enseguida la cortaron para dar la hora y poner anuncios. A veces la escucho así pero no es suficiente. A los otros niños de mi edad que conozco no les gustan las baladas ni las películas tristes. Ellos alucinan ahora con It’s My Life de Bon Jovi y Matrix. A mí, sin embargo, me encanta todo lo que pueda hacerme sentir nostalgia por las cosas que todavía no he vivido.

También he empezado a leer diariamente las esquelas del periódico. Me gusta saber a qué edad ha muerto la gente, sobre todo cuando es joven. Aunque nunca sale nadie. Me pasa lo mismo en el cementerio, cuando por Todos los Santos vamos a dejar flores en la tumba de los abuelos y yo me paseo mirando las fotos y haciendo cuentas. En el coche todos se quejan de lo poco que les gusta esa visita anual así que yo no le he dicho a nadie que a mí sí y que me siento culpable por ello.

Aunque con las esquelas en parte busco que me vean. Estoy intentando decir algo que no consigo o que nadie quiere o sabe escuchar. Pero dejo de hacerlo ese mismo verano. Cuando pillo a mi madre y mi tía cuchicheando sobre el tema y viene mi tío a gritarme porque la gente de mi edad no lee las esquelas. Después me echa de su casa para que haga amigos. A esa hora de la noche todavía se escucha gritar y correr a los niños al final de la calle.

Él es el responsable de que mis padres se conocieran un día y, por tanto, de que yo exista hoy. Al menos, no compartimos genes. A veces se mete al mar conmigo cuando me estoy bañando y me hace preguntas sobre la música que escucho. Él me habla de los Beatles, que eran mejores que los Backstreet Boys. Luego, en la playa, que no es de arena sino de piedras que se te clavan en la planta de los pies y en todas partes, aprovecha que nadie mira para amenazarme susurrándome al oído. Por las buenas puede ser muy bueno pero, si hago algo que no le gusta, todo lo contrario.

Yo prefiero los días de oleaje porque él se queda en casa y es mi prima la que viene conmigo. Nos damos la mano y aguantamos la respiración bajo el agua para que las olas nos pasen por encima. Cuando fallamos, el mar nos separa y me pega y me arrastra con violencia hasta la orilla. A veces me desabrocha el bikini y eso me da mucha vergüenza. Todavía no se me han caído todos los dientes de leche y ya puedo quedarme embarazada. La regla me vino por primera vez pocas semanas después de la comunión y esa imagen del vestido blanco cambiado tan pronto por la mancha oscura en las bragas me perturba. Y eso que todavía no acabo de tener muy claro del todo cómo se tienen los bebés. Ni siquiera sé besar. A los niños de mi edad no les gusto, solo hombres demasiado mayores y asquerosos me miran por la calle y me dicen cosas.

A veces, después de comer, nos quedamos de sobremesa con la tele de fondo y mi tío se levanta y me da un masaje en la espalda. Yo no reacciono pero la piel se me eriza por el contacto y eso me da asco. Recuerdo que, cuando todavía no me había desarrollado, su mujer y él se reían de mi pudor no dejando que me pusiera bikini. Después me arremangaban entre las nalgas el bañador de slip porque la imagen de una niña tan pequeña en tanga les daba risa. Ahora él solo se atreve a tocarnos el culo a mi hermana y a mí con alguna palmada y una broma como excusa de por medio. Aunque desde que murió mi padre, a mi madre tampoco le gusta quedarse a solas con él.

Al final mi hermana ha terminado yéndose a pasar el resto del verano con la familia de su novio. Eso me molesta porque habíamos venido aquí por ella que no quiere estar ya en casa. Mi madre está convencida de que se ha ido porque la odia y hubiera preferido que se muriera ella.

Hay otra cosa que también me paso el día esperando y es a que se haga de noche. La siesta también me vale. Pero no duermo. Cierro los ojos y continúo una historia que llevo imaginándome desde hace años en la que vivo en otro lugar y soy yo pero soy otra. También soy mayor. Los famosos que me gustan son mis novios. A ellos sí les gusto. Imagino que nos besamos y nos abrazamos desnudos como en las películas. A veces tenemos un hijo y cuando me canso ya no lo tenemos y nos peleamos hasta que me vuelvo a aburrir y nos volvemos a besar. Me entra mucho calor pero todavía no sé qué hacer con eso. Lucho por mantenerme despierta todo el tiempo posible. Me pongo los auriculares para no dormirme. Siguen sin poner mi canción.

* Publicado en Oculta Lit el 8 de agosto de 2018.

Una historia de verano was last modified: agosto 29th, 2018 by María Yuste
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Aquí puedes encontrar una selección de mi trabajo publicado en medios como Verne, Glamour, Vice Nylon o PlayGround, donde fui redactora. Además de escribir en prensa, también coordino el fanzine Efecto 2000 y he publicado el libro Vida de provincias (Honolulu Books, 2014/Newcastle ediciones, 2017).

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