En mayo de 2011, una “defunción” sobrecogió a la sociedad española. La prensa se llenó entonces con su nombre grabado en tinta y, en redes sociales, miles de dolientes lloraron el cierre de una revista que hacía años que ya no leían.
Se trataba del cese de la publicación en papel de Súper Pop, la revista para adolescentes en plena edad del pavo que, a finales de los setenta, le había descubierto a una España negra el color del fenómeno fan.
“Las cosas se ven diferentes con la perspectiva del tiempo. Yo realmente me di cuenta de lo que había supuesto culturalmenteSúper Pop en el momento en que dejó de publicarse. Todos los medios cubrieron su cierre y se habló mucho de lo que había significado. Ahí me di cuenta de que era un icono.”, cuenta Ana Rius entre trago y trago de su copa de vino blanco.
Ana fue directora de Súper Pop recién salida de la facultad de periodismo en plena Movida. Ahora acaba de publicar, junto a Javier Andrados, Yo también leía Súper Pop (Libros Cúpula), una especie de primeras memorias de la revista que desgrana sus inicios y que, sobre todo, pone de manifiesto la importancia de una publicación a la que, en vida, siempre se infravaloró.