Loving You de Minnie Riperton es la primavera. Esta mañana me he levantado y entraba por la ventana un sol diferente; cálido y amarillo. Ya no era un sol de invierno, era la primavera. No ha durado mucho pero esta mañana ha entrado el sol por mi ventana y ha sido la primera vez de todas las que están por llegar.
Loving You es un clásico y, sin embargo, yo no le había hecho nunca ningún caso hasta que, hace unos días, apareció en una película de sobremesa, sin mucho valor pero entretenida. En ella, Shia LaBeouf se enamoraba de una modelo en el papel de la chica nueva del instituto y, mientras Minnie Riperton cantaba con esa mezcla de picardía y dulzura lo de and everytime that we mmm, I fall more in love with you, ellos se fundían en un antiséptico beso de película.
Esta canción es la primavera y no es sólo por los pajarillos piando de fondo o porque la propia Minnie consiga alcanzar registros de pájaro. Es porque en esta canción entran en ebullición tanto la primavera como el amor. Y lo mismo pasa también con Primer amor de Turguenev, cuya lectura he terminado recientemente. Son dos obras que me hacen preguntarme si es sólo arte o si es realmente posible enamorarse así de alguien, tan intensa, desesperada y abnegadamente, fuera de las canciones, fuera de los amores imposibles, de los no correspondidos… fuera de tu imaginación.
Hablándolo con una amiga casada, me confesó haberse sentido así sólo una vez. De niña. Por un compañero de clase. El punto álgido de aquel romance se produjo una tarde en clase, con un susurro al oído de ese niño al que yo imagino con las manos sudorosas del principio del verano y el aliento a batido de chocolate y galletas.