Lana Del Rey es una máquina de vender. El pasado otoño empapeló medio mundo con sus anuncios como imagen de H&M, dondequiera que miraras allí estaba ella con un jersey de angora, pitillos rosa y su expresión de hastío vital. También la hemos visto en numerosas ocasiones intentando volver a poner de moda las míticas Converse All Star y, más recientemente, presentando el nuevo deportivo de Jaguar a través de su videoclip Burning Desire.
No es casualidad que la marca de coches la haya elegido precisamente a ella. El F-Type es un remake del clásico E-Type de los años sesenta y setenta y, tanto Lana como este automóvil, parecen elementos anacrónicos adaptados a los nuevos tiempos, que apelan a la nostalgia y al romanticismo para vender. El videoclip, a caballo entre un anuncio televisivo y un video musical típico de la cantante, caracterizado por el intercalado de clips retro, nos muestra a Lana con unos labios rojos como el coche cantando, casi en un susurro, lo que siente al volante: “conduzco rápido, el viento en el pelo, te llevo al límite” y, es que, Lana Del Rey canta a lo que vende, que es mucho más que ropa bonita y automóviles de lujo. En sus canciones, Lana Del Rey vende nostalgia, hedonismo, clasicismo, inmovilismo, capitalismo…
Su álbum Born to Die (nacida para morir) es como una oda a morirse y, las canciones en él, son como nanas que suenan de fondo mientras tu vida se va apagando lentamente. Su filosofía puede resumirse en el estribillo del single que da nombre al disco: “Sigue haciéndome reír, vamos a colocarnos. El camino es largo y seguimos adelante, intenta pasártelo bien mientras tanto”. Algo así como que la vida es larga y tediosa por lo que, mientras estás esperando a morirte, llena el vacío con cosas materiales y emociones fuertes como el amor.
Lana Del Rey ha nacido en medio de una crisis en la que la gente lo está perdiendo todo: trabajos, derechos, casas, planes, metas… y, mediante su desaliento, ha conseguido conectar con parte de una generación desesperada. Una generación de jóvenes que lucha por no ser la perdida, una generación que en la situación económica actual se ve forzada a posponer sus proyectos y sueños. La generación cuyas expectativas no se han alineado con las promesas creadas por la televisión y el cine: una generación frustrada e insatisfecha.
Partiendo de esta base ya puede vender lo que se proponga: pantalones vaqueros, botox, ideales… su gira europea, que la traerá a España en mayo, ya está prácticamente agotada y la gente se tatúa sus letras como si fuera Bob Dylan. Pero, si a Bob Dylan se le considera el espíritu que guió la contracultura en los años sesenta, entonces Lana Del Rey es el anti-Bob Dylan. Si Bob Dylan inspiró a los jóvenes a criticar y a rechazar las normas y valores preestablecidos, Lana Del Rey los exalta y perpetúa. Si Bob Dylan intensificó la llama de la revolución, Lana Del Rey la apaga.
1.“EL DINERO ES LA RAZÓN POR LA QUE EXISTIMOS”
Un tema muy importante en Lana Del Rey es el capitalismo y la cultura Americana como su máximo exponente. Glorifica la sociedad de consumo como ese paraíso oscuro donde el dinero es la nueva deidad.
Así, el mensaje se completa: la vida es larga y tediosa y no hay nada que puedas hacer, así que mientras esperas a morirte, disfruta de los placeres de la vida. Disfruta de una vida de lujo y despilfarro. No empieces la revolución, vete a un centro comercial, compra algo bonito y emborráchate después.
National Anthem (himno nacional) es su canción de amor a un capitalismo exacerbado en el que eres lo que tienes. La letra es algo intermedio entre una sátira y una descripción precisa de la sociedad occidental de nuestros días. Durante el estribillo, Lana le pide incesantemente a su novio rico que le diga que ella es su himno nacional.
Al principio de la canción se establece una conexión entre el dinero y el éxito: “el dinero es el himno del éxito”, es decir, el éxito se mide mediante el dinero ganado. Por lo tanto, lo que Lana está pidiendo es que le digan que ella es más importante que el dinero. Una nueva forma más extravagante para el clásico pop: dime que me quieres.
2. EL AMOR COMO COLOCÓN
Lana no solo romantiza la muerte y la autodestrucción sino pasarlo mal en la vida. Le gusta el dolor y la mejor manera de conseguirlo es a través del amor, que es lo más importante en la vida para ella. Algo sin lo que, según su canción Video Games, no se puede vivir porque: “el mundo se hizo para dos y solo merece la pena vivir si alguien te quiere”.
Es el amor entendido como algo obsesivo y enfermizo. Por ejemplo, al comienzo de Diet Mountain Dew repite en una letanía: “No eres bueno para mí, cariño, pero te deseo, te deseo, te deseo”. En Blue Jeans describe el amor como algo cruel que le hace daño pero, si volvemos a Mountain Dew, descubrimos que eso es precisamente lo que le gusta: “tal vez me guste esta montaña rusa, tal vez me mantenga en lo más alto, tal vez la velocidad me mantenga cerca”. El amor es como drogarse, algo intenso y fugaz que la destruye y que la hace sentirse viva pero, al mismo tiempo, más cerca del abismo.
Pero también, en el universo de Lana Del Rey, el amor se considera una posesión. El ser amado, más que un compañero, parece una de sus pertenencias, como un bolso o un vestido de fiesta. Algo que se puede poseer. En Blue Jeans canta en varias ocasiones: “Prométeme que recordarás que eres mío […] dime que lo recordarás, oh cariño dime que lo recordarás” y en Off to the Races la podemos escuchar diciendo: “dime que te pertenezco”.
Escuchar Lana Del Rey me está arruinando la vida y, probablemente, a ti también porque conecta con nuestros anhelos e insatisfacciones más profundas. Le da voz a nuestros pensamientos más oscuros haciéndolos sonar poéticos y románticos. Nos ayuda a pensar que es verdad eso de que no merece la pena luchar por nuestros sueños y que todos nuestros esfuerzos en la búsqueda de la felicidad son inútiles.
Cuanto más escucho Lana Del Rey, más frustrada me siento y más quiero escuchar su disco otra vez. Cuando consigo romper esa espiral lo único que me apetece es ir a comprarme un pintalabios nuevo y beber desnuda en la cama de algún tío bueno.
Por otro lado, alimenta roles abusivos en el amor como la dependencia y la posesión. Aunque de esto no podemos culparla solo ella. El amor visto como posesión es un concepto tan arraigado en la cultura pop que tal vez sea algo cultural ligado al consumismo. La gente a menudo se muestra estresada por no tener pareja, como si fuera lo único que falta en su colección.
Corren tiempos difíciles y, más que desánimo y apatía, lo que necesitamos los jóvenes es estímulo positivo, que se les recuerde a las personas que no solo han nacido para morir algún día, sino que son esperanza. Que antes de morir, hemos nacido para vivir.
*Publicado en Norma Jean Magazine el 26 de marzo de 2013.