Para nuestra entrada triunfal en el convite había seleccionado Super Bass de Nicki Minaj porque a los dos nos gusta el rap y porque somos extraños de cojones y esa canción no es muy de boda.
Me han dicho que a tu novia lo que le va es Justin Bieber y Avril Lavigne. Espero que en vuestra boda no tengas que bailar Baby.
Yo había pensado que en la nuestra también podría haber sonado I wanna Fuck You de Snoop Dogg y otras canciones obscenas, para epatar.
Aunque creo que a tu padre predicador no le habría hecho mucha gracia. En ese sentido, nunca podría competir con tu novia a la que se le dan bien los niños y sabe tocar el ukelele.
Pero yo sé que a ti te gusta Snoop Dogg.
También había pensado que nuestra boda podría haber sido de disfraces porque la verdad es que no me veo siendo el centro de atención ni gastándome más de 200 dólares en un vestido.
O que podríamos casarnos alrededor de una piscina a la que nos tiráramos inesperadamente al finalizar la ceremonia como una metáfora. Porque casarse es un poco como tirarse a una piscina y mojarse entero y mandar a la mierda el maquillaje, el peinado y un vestido muy caro para pasar el resto de la noche hechos un cuadro.
Y habríamos bailado con el pelo aún húmedo y mal peinado Halo de Beyoncé, pero la versión de Lotte Kestner para rebajar un poco el nivel trashy de todo. Y habría quedado claro que la boda nos daba igual y que solo queríamos casarnos.